La cultura del machismo como fundamento de los feminicidios
Mario Cordero — mcordero@lahora.com.gt
La radio se ha convertido en un artefacto esencial en los hogares. A la calidez de sus sonoras ondas, los trabajos domésticos se hacen más tragables. Quizá, una buena emisora de música romántica, de vez en cuando arranque un suspiro que se haya apelmazado en el fondo del alma de la radioescucha; y mientras sueña en un artista, la realidad que vive es otra. Hoy queremos revisar nuestras relaciones de pareja, tal vez no todas, pero quizá sí las más usuales, en donde la mayoría de personas, pero sobre todo mujeres, tienen problemas para convivir con la otra persona.
Las relaciones personales y amorosas de Latinoamérica son, por demás, tortuosas. Sólo baste escuchar dos o tres canciones en la radio, en donde podría emitirse el “ya no estás más a mi lado, corazón”, de un bolero que se escucha en la lejanía.
Muchas personas que la música, sobre todo la popular, tienen implícita relación con sus vidas. Hoy veremos que tal vez sí.
MÁTALAS
“Amigo, ¿qué te pasa, estás llorando? Seguro es por desdenes de mujeres; no hay golpe más mortal para los hombres que el llanto y el desprecio de esos seres. Amigo, voy a darte un buen consejo, si quieres disfrutar de sus placeres: consigue una pistola -si es que quieres-, o comprate una daga -si prefieres- y vuélvete asesino de mujeres. Mátalas, con una sobredosis de ternura, asfixialas con besos y dulzura, contágialas de todas tus locuras. Mátalas, con flores con canciones no les falles, que no hay una mujer en este mundo que pueda resistirse a esos detalles“. (ALEJANDRO FERNÁNDEZ)
Y de la canción nos pasamos a la vida real. Y aunque se hable de sentido metafórico, en Guatemala parece que no entendemos las metáforas, y nos vamos directo al grano. Según cifras ya oficiales, para el año pasado, se reportaron un total de 722 feminicidios.
Habrá que recordar que el feminicidio es la nueva tipificación que prevalece desde abril del 2008 -cuando se aprobó la ley- en la cual se establece que es el asesinato contra la mujer, cuando implica un ingrediente adicional en que el hombre quiere demostrar su superioridad a la fémina. Y, en buen chapín, básicamente se demuestra a través de golpes -o hasta tortura- previos, violaciones sexuales, y su posterior muerte.
En el recién finalizado enero de este año, ya se ha establecido la cifra oficial: 44 feminicidios. Si se sigue en esa tendencia, se podría esperar un promedio de 600 feminicidios al final del año. El 2008 fue una terrible excepción a la regla, porque se superó el promedio de seis centenares de víctimas que venían sucediendo desde principios de siglo.
Según los datos recopilados en todos estos casos, se sabe que la edad promedio de las víctimas está entre los 18 y 39 años de edad, en la cual sufrieron torturas, violaciones y, por fin, el asesinato, con arma blanca o arma de fuego.
A la larga, en los últimos cinco años, la cifra adquiere dígitos espantosos: 2 mil 800 víctimas.
TÓMAME O DÉJAME
La radio vuelve a sonar y se escucha otra canción. “Tú me admiras porque callo y miro al cielo, porque no me ves llorar, y te sientes cada día más pequeño y esquivas mi mirada en tu mirar”. (MOCEDADES)
¿Quién comete todos estos asesinatos? Pues, bien. Podríamos estar enfrentando al asesino en serie más sanguinario de toda la historia. Porque, en la mayoría de casos, el feminicida tiene nombre y apellido, y usualmente ha amenazado por mucho tiempo antes de matar: el marido. A veces, otros parientes, como el padre o el hermano. Todo, relacionado en una red de protección familiar.
Y es que, aunque los asesinatos ocurran fuera de casa, se sospecha que en la mayoría se debe a la culminación trágica de un largo ejercicio de violencia intrafamiliar.
Actualmente, el Ministerio Público investiga más de 2 mil denuncias por violencia intrafamiliar, pero la cobija que resguarda dentro de las casas, hace difícil siquiera que haya mujeres interesadas en testimoniar.
En el Organismo Judicial, se reciben en promedio cada año unas 40 mil denuncias por violencia intrafamiliar. Sin embargo, miles permanecen en el silencio, ahogadas en el llanto; pero es más el número que se queda en el archivo de los Tribunales.
Expertos opinan que la mayoría de casos son difíciles de juzgar y perseguir, porque la tipificación del delito se hace con elementos que tienen que ver con el entorno familiar y con la violencia doméstica, delitos que son difíciles de perseguir, porque se dan bajo el “cálido” techo del hogar, y ante el silencio martirizante de mujeres y menores de edad.
Pero más difícil aún es el panorama que presenta el sistema del crimen organizado incrustado en el país. Y es que la mujer usualmente es la principal defensora de la unidad familiar, y de la integridad de los menores. Por lo que en casos de robos de niños para la adopción familiar, tráfico de órganos, tráfico de menores para la prostitución, en muchas ocasiones podría optarse por matar a la mujer para evitar este “obstáculo”; y mientras eso ocurre, las autoridades simplemente llegan a tipificarlo como “violencia intrafamiliar”.
Uno de los mayores indicios de la persistencia del crimen organizado dentro de los feminicidios, es la práctica habitual de que las mujeres aparezcan muertas, con señales de tortura, dentro de una cuneta, y no muertas a cuchilladas por un “crimen pasional” del esposo.
Sin embargo, todo esto es parte de un sistema machista que se ha encajado como la ideología reinante en el país. Nuestra sociedad acepta la agresión contra las mujeres como una práctica normal, incluso “divina”.
NIÑEZ
La radio sigue sonando, y ahora se pone muy norteña: “En la puerta de la iglesia llora un niño, en su interior una boda celebraban. En una choza una mujer se está muriendo, ella es la madre de aquel niño que lloraba. (…) Dios te bendiga y te perdone padre ingrato, siguió llorando con el alma hecha pedazos.” (TIGRES DEL NORTE)
Una de las grandes víctimas colaterales de los feminicidios es la niñez. Al menos se conocen los casos de 80 menores de edad que quedaron desprotegidos por la muerte de la madre, y por la consecuente partida (o captura) del padre.
Pese a que ésta es una consecuencia común, el país aún hace esfuerzos para implementar programas para atender a huérfanos que quedan por los feminicidios.
Usualmente, el niño desprotegido busca cobijo en la casa de la abuela materna o con tíos. Pero, en muchos casos, el infante no tiene a dónde ir, porque muchas de las víctimas de los feminicidios son centroamericanas residentes en el país, quizá salvadoreñas y nicaragüenses, y no tienen familia en el país.
Y como si se tratase de una fórmula mágica, las mujeres que sufren de violencia intrafamiliar y posterior asesinato, usualmente dejan en la orfandad a bastantes niños, entre dos y cinco.
CULPABLE SOY YO
“No te engaño al pedirte perdón, por el daño que pude causarte, no des vueltas buscando un culpable: culpable soy yo. Por haberte tenido olvidada, por dejar que muriera el amor, por haberte negado mi mano: Culpable soy yo“. (JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ, EL PUMA)
La lucha contra los feminicidios y la violencia intrafamiliar parece que empieza a encaminarse, luego de que Calixto Simón Cun fue el primer condenado en un caso bajo la luz de la Ley Contra los Feminicidios. Pese a que se le pidió la pena máxima, se le condenó a cinco años de prisión, debido a agresiones físicas y psicológicas en contra de su ex conviviente, Vilma de la Cruz.
Cun fue capturado por las fuerzas de seguridad el 2 de junio del año pasado, cuando en plena vía pública agredía físicamente a su esposa, Vilma de la Cruz, de 34 años de edad.
EL REY
“Con dinero y sin dinero hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley; no tengo trono ni reina ni nadie que me comprenda, pero sigo siendo el rey” (JOSÉ ALFREDO JIMÉNEZ)
Pero, pese a todo, el panorama aún es desolador. Según cálculos de las organizaciones de defensa de la mujer, al menos el 98 por ciento de la violencia contra las féminas permanece en la impunidad.
De las más de 700 mujeres asesinadas durante el año pasado, poco o nada se ha logrado o ha avanzado su investigación.
Esto va en sintonía con la sabida impunidad imperante en el país, no sólo en el sistema de justicia, sino que en general. Los grupos de defensa hacen énfasis, también, en la aprobación de la Ley de Armas y Municiones, ya que la mayor parte de las víctimas de feminicidio mueren a consecuencia de armas de fuego.
En 2006, Guatemala comenzó a contar con equipos de investigación de la escena del crimen, los operadores de Justicia ya hablaban sobre una perspectiva de género y se inició la discusión del marco legal con el que hoy se cuenta a raíz del diálogo interparlamentario entre México, España y Guatemala.