Opinión: Resulta que…

Hoy quiero rendir tributo a las mujeres constructoras de patria. Solo referiré los nombres de algunas, mencionarlas a todas y decir sus méritos requeriría escribir libros, sin pensar en las heroínas anónimas.

ILEANA ALAMILLA

Zury Ríos ha liderado la agenda de salud de las mujeres, Nineth Montenegro abandera los temas de fiscalización que han puesto en aprietos a muchos(as), Roxana Baldetti ha sabido conducir a su bancada con firmeza y ha posicionado su agenda partidaria, Anabella De León, otra política aguerrida. La oficialista Mirza Arriaga, presidenta de la Comisión de la Mujer, quien junto a las otras miembras de esa sala impulsó una acción inédita al viajar a todos los departamentos a socializar la legislación con autoridades y organizaciones, como contribución a que se respeten los derechos de sus congéneres.

Rosa María de Frade, con un excelente desempeño; Otilia Lux levantó la agenda de los derechos de la población indígena, especialmente de las mujeres.

Lo anterior, solo por citar algunas de las naves insignias que nos enorgullecen. Las parlamentarias lograron unirse para la aprobación de la ley contra el femicidio y otras formas de violencia contra la mujer.

La antropóloga y periodista Irma Alicia Velásquez Nimatuj, excelente y reconocida académica a nivel internacional; María Teresa Zapeta, ex titular de la Demi y hoy en Unifem; Medarda Castro, quien hizo un buen aporte en el trabajo con partidos políticos en la OEA. La revolucionaria, enamorada de Quiché, Silvia Solórzano Foppa, actualmente en el Parlacen; la ex parlamentaria, comandante Lola; Ruth Del Valle, titular de la Copredeh; Lilly Caravantes, al frente de la Sesan; Adelita de Torrebiarte, política con liderazgo; Yoly Pérez, en el gabinete de Seguridad; María Antonieta de Bonilla y Ana de Molina, connotadas funcionarias de Estado. Rigoberta Menchú, premio Nobel; Rosalina Tuyuc, fundadora de Convavigua; Dominga Vásquez, primera alcaldesa indígena, Helen Mack, incansable luchadora contra corriente; y Raquel Zelaya, abanderada de la paz. Todas son valores nacionales.

La lista es interminable; mencionaré otras, Iduvina Hernández y Claudia Samayoa, en temas de seguridad y derechos humanos; las feministas y académicas Ana Silvia Monzón, Walda Barrios y Miriam Maldonado, picando piedra en la Universidad y en ámbitos intelectuales, y recogiendo sus frutos que nos benefician a todas; mis colegas abogadas y notarias: Anabella Morfín, presidenta del Cedecon; Catalina Soberanis, primera presidenta del Congreso; Raquel Blandón, Carmen Lucía Pellicer y las Eugenias, Mijangos, Morales de Sierra y Solís, necias defensoras de derechos de las mujeres y de las necesarias reformas legales.

En el periodismo y en las letras hay excelencia: Carolina Vásquez Araya, Dina Fernández, Carolina Escobar Sarti, Silvia Tejeda, la jovencita Marcela Gereda, y las ambientalistas Magalí Rey Rosa, Rita María Roesch y Martita Pilón. Las médicas del Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva, especialmente Myrna Montenegro, Margarita Lucas y Juana Rivas, presidentas de asociaciones de comadronas de Quetzaltenango y Huehuetenango; Andrea Barrios y Sandra Morán, defensoras de excluidas y abandonadas.

Esta lista es inmensa, invito a continuarla en todos los espacios posibles. Somos indispensables, ¡visibilicémonos! ¿Quién dice que en Guatemala no hay liderazgos nacionales?

http://www.prensalibre.com/opinion/Resulta_0_372562777.html

ELOGIO A LA MUJER BRAVA

Por Héctor Abad

Estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas.

A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viejas, traumadas, solteronas, amargadas, marimachas, etc. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.

La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran “no más usted me avisa y yo le abro las piernas”, siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo y se quedan a medias).

A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan y sólo se desnudan si les da la gana. Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.

Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran hartas por la noche y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.

Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.

Los varones machistas, somos animalitos todavía y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas.. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza. Esas mujeres nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento. ¡Vamos hombres, por esas mujeres bravas!

Oro por que mis 2 hijas sean de éste maravilloso grupo y encuentren hombres que sepan apreciar a esta clase de nuevas mujeres!!!

“ELOGIO A LA MUJER BRAVA” Para quien no lo sepa, Héctor Abad nació en Colombia en 1958 y se recibió en Literatura moderna en Italia. Regresa a Colombia en 1987 cuando un grupo paramilitar asesina a su padre (médico defensor de derechos humanos y fundador de la que ahora es la facultad de medicina), pero vuelve a Italia por amenazas recibidas. Regresa en 1993, aproximadamente, y en la actualidad reside en Bogotá.

Una violencia silenciosa dentro de los hogares guatemaltecos

La violencia doméstica es un mal cada vez más común dentro de los hogares guatemaltecos en donde las mujeres y menores de edad son las principales víctimas, sin embargo es un tema que poco se discute abiertamente, por lo que se perfila como un problema difícil de resolver mientras que no se promueva la cultura de la denuncia y se combata la impunidad.

La agrupación Jóvenes por Guatemala propone la campaña Rompe el Ciclo La Violencia Deja Marca. ARCHIVO

La agrupación Jóvenes por Guatemala propone la campaña Rompe el Ciclo La Violencia Deja Marca. ARCHIVO

Parte de la complejidad del problema surge porque en la mayoría de casos, el victimario -esposo o padre- tiene una relación directa y cercana con las víctimas -esposa o hijos-.

Esto hace suponer que hay una dependencia económica, psicológica y hasta “social”, que dificulta a la víctima de violencia doméstica denunciar las agresiones de su victimario, explica la activista por los de la mujer, Nora Recinos.

Eso recae en que no se puede precisar el número de mujeres y menores de edad -y en algunos casos, hombres- que sufren agresiones dentro de su hogar. La única cifra disponible sobre el tema se refiere a las denunciantes.

La Coordinadora Nacional para la Prevención de la Violencia Intrafamiliar y contra las Mujeres (Conaprevi) reveló que cada vez más mujeres se atreven a denunciar cuando son víctimas de violencia doméstica.

Mientras que en 2007 se registraron 21 mil 153 denuncias, en 2008 fueron 23 mil 721 el total de acusaciones que fueron presentadas en organizaciones que velan por los derechos de la mujer.

Entre los casos de violencia intrafamiliar registrados en el 2008, el Centro Nacional de Análisis y Documentación Judicial (Cenadoj) revela que ascienden a 54 mil 398, mientras que en el 2009 se muestra también un incremento porque las denuncias ingresadas llegaron a 64 mil 355.

La variación de casos presentados por delitos cometidos en contra de niñas y adolescentes también es positiva, según el Cenadoj, es decir, que mientras en el 2008 solamente hubo 80 denuncias, para el 2009 aumentaron a 114.

LAS SILENCIOSAS

Lucía Muñoz, de la organización Mujeres Iniciando en las Américas y promotora de la campaña Hombres contra Feminicidio, refiere que las cifras oficiales son un claro indicador de que el problema de la violencia doméstica no trasciende de los hogares guatemaltecos.

“Podemos hacer un análisis de la cultura guatemalteca, las costumbres y la historia, y eso nos permite saber que 64 mil casos es un número muy reducido”, refiere.

De acuerdo con Muñoz, la violencia se manifiesta principalmente con las agresiones físicas, pero no por ello son menos relevantes “los gritos, el despojo de los bienes, la represión e incluso, las preferencias que se tienen hacia los varones dentro de los hogares”.

Aunque el problema se manifiesta en todo el país, la activista considera que se puede “transformar la realidad” a partir de programas educativos, para niños, niñas, adolescentes y sobre todo, para funcionarios, agentes de seguridad y operadores de justicia, “quienes de manera consciente o inconsciente cometen actos de violencia de género”.

Hombres contra Feminicidio desarrolla programas de formación en escuelas e institutos públicos, en la Universidad de San Carlos y en la Academia de la Policía Nacional Civil. “El apoyo de instituciones gubernamentales es muy importante, pero hasta ahora no hemos recibido una respuesta de ese sector”, puntualizó Morales.

POR LA IGUALDAD

La campaña de Unicef, Te toca ponerle fin a la violencia contra la niñez, es otra importante iniciativa que contempla la sensibilización social como componente básico para evitar las agresiones contra los menores de edad.

En importantes puntos del país se encuentran mensajes que llaman a evitar cualquier forma de agresión contra la niñez, y a participar activamente para garantizar el respeto a los derechos fundamentales de esa población.

Otra iniciativa para combatir la violencia doméstica es desarrollada por la agrupación Jóvenes por Guatemala, que propone la campaña Rompe el Ciclo La Violencia Deja Marca.

Pedro Cruz, representante de la organización juvenil, refiere que el proyecto promueve que los guatemaltecos se comprometan “consigo mismos” para acabar con cualquier forma de violencia doméstica.

Para extender el alcance de la campaña, Cruz y junto con un equipo de Jóvenes por Guatemala recorren las universidades del país para concienciar a los estudiantes del nivel superior sobre el problema.

Sin embargo, el proyecto está dirigido a todos los guatemaltecos. “Creo que podemos hacer una diferencia si nos proponemos cambiar y comprometernos a rechazar la violencia”, puntualiza Cruz.

“Creo que podemos hacer una diferencia si nos proponemos cambiar y comprometernos a rechazar la violencia”. Pedro Cruz, Jóvenes por Guatemala


http://www.lahora.com.gt/notas.php?key=75555&fch=2010-10-30

Violencia contra mujeres crece 4% tras Ágatha

Estudio toma de muestra a mujeres de 10 departamentos. Análisis señala que antes de la tormenta, el 22.5% sufría de algún tipo de violencia, después, subió a 26.1%.

Wendy Moctezuma: wmoctezuma@sigloxxi.com

DATOS. Catalina López, Leonor Calderón, Sonia Escobedo y Olinda Xocop, representantes de las organizaciones presentan el informe sobre la violencia contra las mujeres. Foto: Félix Acajaabón/S.21

DATOS. Catalina López, Leonor Calderón, Sonia Escobedo y Olinda Xocop, representantes de las organizaciones presentan el informe sobre la violencia contra las mujeres. Foto: Félix Acajaabón/S.21

El informe preliminar de evaluación del impacto en los medios de vida de las mujeres afectadas por la tormenta Ágatha, realizado por la Secretaría Presidencial de la Mujer (Seprem), con el apoyo de Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), evidencia que las mujeres de 30 municipios en 10 departamentos, sufren 4% más de violencia en comparación a la cifra obtenida antes del fenómeno climático.

La titular de la Seprem, Sonia Escobedo, informa que antes de la tormenta, la violencia contra la mujer estaba cifrada en 22.5%, pero después aumentó a 26.1%, en aspectos físicos, psicológicos y emocionales en los departamentos donde la tormenta causó mayores estragos, como Chimaltenango, Sololá, Quiché, El Progreso y Suchitepéquez,  entre otros.

Escobedo lamenta esta situación, ya que “no existen programas que eviten estas situaciones de riesgo”, por lo cual se busca que dentro del Plan de Reconstrucción con Transformación puedan designarse fondos para capacitar a las mujeres para que no dependan de un cónyuge, por medio de la reactivación económica, talvez con algún negocio.

EN CIFRAS: 7% de hijos de víctimas de la tormenta Ágatha no retomaron sus estudios, lo que catalogan de violencia económica.

Abandonaron la escuela

El estudio también arroja que el 7% de los hijos de las víctimas no habían podido retomar sus estudios. Según las encuestas, el 40% de niños estudiaba antes de la tormenta; después, sólo el 33.1%.

Estas cifras de violencia económica, según la representante UNFPA, Leonor Calderón, no deberían de darse y podrían ser eliminadas con programas de desarrollo social que realmente busquen alternativas para que las mujeres puedan sobresalir en forma autosostenible. “Hay que apostarle a programas que fortalezcan la labor de la mujer y las ayude n a desarrollarse”, indica.

http://www.sigloxxi.com/nacional.php?id=21725

Could Guatemala become a failed state?

The Central American state of Guatemala is one of the most dangerous countries on earth. It is the major transit route for drugs from Colombia to Mexico and on, into the United States, a trade that involves vicious gangs from Guatemala itself and the region.

There are fears inside and outside the country that Guatemala is in danger of becoming Latin America’s first failed state, with organised crime corrupting many national institutions. Zeinab Badawi reports from the capital, Guatemala City.

Watch video here: http://news.bbc.co.uk/2/hi/programmes/world_news_today/9107861.stm

LIBRO: No olvidamos ni aceptamos: Femicidio en Centroamérica 2000-2006

No olvidamos ni aceptamos: Femicidio en Centroamérica 2000-2006

Ana Carcedo, Coordinadora.


DESCARGUE EL LIBRO AQUI | DOWNLOAD THE BOOK HERE (Spanish only)

Introducción

La escalada de homicidios1 de mujeres que se vive en Centroamérica, particularmente en El Salvador, Honduras, Guatemala y, -en menor medida-, República Dominicana, así como la crueldad con que estas muertes son ejecutadas, plantean una serie de interrogantes que aún no son respondidos. Denunciadas inicialmente por las organizaciones feministas y en general por el movimiento de mujeres, la preocupación por estas muertes se ha extendido a otros sectores, en particular a las organizaciones de derechos humanos, los gobiernos de la región y los organismos internacionales.

El ensañamiento con que muchas de estas muertes de mujeres son cometidas muestra que no se trata de homicidios casuales o producto de encuentros esporádicos. La crueldad deja entrever la existencia de relaciones cargadas de contenidos y significados. Expresa en ocasiones un odio misógino, en otras la necesidad de borrar las huellas del vínculo entre la mujer y su victimario o la urgencia por borrar la identidad misma de la mujer. Se trata de un lenguaje que es necesario descifrar si queremos detener las muertes de mujeres y en particular esta escalada que estamos viviendo en la región.

Los homicidios de mujeres, y en particular los femicidios, ocurren y han ocurrido en todas las sociedades y en todos los tiempos. Sin embargo, como comprobamos a lo largo de esta investigación, asistimos a un trágico fenómeno inédito en la región, al menos en la historia reciente. Se trata de una escalada de homicidios de mujeres que parece no tocar techo y que es, por otra parte, de origen reciente. En menos de una década Guatemala, Honduras y El Salvador duplican sus tasas de homicidios de mujeres, despegándose de un nivel histórico que parece haber sido común a todos los países de la región.

Esta situación nos enfrenta al reto antes que nada ético de detener esta carrera mortal. Y por eso también nos exige reacciones rápidas y certeras, para impedir que esta escalada eche raíces y logre instalar en forma definitiva las dinámicas que la alimentan. De lo contrario, los escenarios que favorecen estas muertes se enraizarán en el entramado social, los actores que las causan encontrarán sus espacios y formas de sobrevivencia, y las lógicas de muerte se harán cada vez más complejas y difíciles de erradicar.

Esta investigación intenta aportar en este sentido. Plantea algunas preguntas necesarias para entender este problema, y trata de dar respuestas, aunque son muchos los interrogantes que siguen abiertos. No hay duda de que se trata de una escalada de homicidios, pero ¿es también una escalada de femicidios? Es decir, este aumento desmedido de muertes violentas e intencionales de mujeres ¿es parte de una violencia generalizada o es expresión particular de la condición de subordinación que las mujeres vivimos en la sociedad? ¿Qué está generando esta escalada? ¿Por qué ahora? ¿Por qué se da en Guatemala, El Salvador y Honduras pero no en Costa Rica, Panamá o Nicaragua? ¿Será que en estos países no se da aún? Y sobre todo ¿cómo podemos actuar como sociedades, y cómo pueden actuar los Estados para en forma inmediata detener esta escalada? ¿Se podrá hacer algo en este sentido o la batalla está perdida?

Para responder estas preguntas se requiere ir más allá del conteo de homicidios de mujeres. Es necesario conocer quiénes eran estas mujeres, quiénes sus victimarios, los contextos en que se movieron y relacionaron, las circunstancias en que las mataron.

Hemos construido para esta investigación el concepto de escenario de femicidio para saber si aquellos homicidios que son femicidios responden a las relaciones y contextos de poder y control masculino -la pareja, la familia, el ataque sexual- presente en todas las sociedades, o si bien han surgido nuevos contextos y dinámicas regionales que favorecen esta forma extrema de violencia contra las mujeres. Y de ser así, cuánto de la escalada de homicidios se debe a la aparición de estos nuevos escenarios.

Para analizar con mayor profundidad estos escenarios de femicidio, así como algunas respuestas estatales y sociales frente a ellos, se han desarrollado en esta investigación 9 estudios de caso que permiten tener un mejor panorama del contexto regional en que se da esta escalada de muertes de mujeres. Estos  estudios de caso conforman la segunda parte de esta publicación. Algunos de estos estudios cualitativos se refieren a femicidios ocurridos después de 2006. La razón es que se trata de casos particularmente ilustrativos sobre la forma en que operan algunos escenarios. Esto permite conocer mejor el trasfondo detrás de la escalada de femicidios en la región, ya que estos escenarios están operando al menos desde inicio del siglo.

Lamentablemente no todas las preguntas pueden ser hoy respondidas con la información disponible. Y algunas respuestas que aventuramos carecen de la precisión que quisiéramos por la misma razón. La falta de información se levanta como el mayor obstáculo para conocer mejor este problema y por tanto para poder enfrentarlo en forma adecuada y efectiva. Esta deficiencia no es de carácter simplemente académico. La razón fundamental por la que no contamos con la información necesaria es la falta de investigación policial y judicial en gran parte de estos homicidios. Esto impide que se haga justicia en cada muerte femenina particular que no se investiga, y obstaculiza la identificación de acciones que podrían garantizar la seguridad de las mujeres.

Los problemas de información no pueden detenernos ni a las investigadoras, ni a los estados y a las sociedades, en el necesario y urgente camino de entender mejor qué está pasando y actuar en forma eficiente para cambiar el curso de los acontecimientos. Los datos que esta investigación recoge, y los que aquí se ofrecen, deben ser entendidos como una aproximación al problema, y desde una perspectiva histórica, como provisionales. Continuamente sale a luz nueva información que aumenta las estadísticas y aclara dudas, y esto hace variar las cifras, porque la vida, la muerte y la violencia no se dejan encerrar en un cuadro estadístico petreamente concluido2. Sin embargo, la abundancia de información rescatada, a pesar de los vacíos, así como la persistencia de ciertas tendencias que algunos datos muestran en esta investigación, son suficientes para extraer conclusiones valiosas. Se trata de leer este documento considerando que tanto los datos estadísticos como los análisis cualitativos que se presentan conforman la radiografía que, en relación al femicidio en la región, se ha podido tomar en los años en que se ha desarrollado este estudio.

Justo es señalar que desde que se inició esta investigación, las autoridades de la mayoría de los países incluidos en ella han tomado conciencia de la necesidad de definir e implementar una política de investigación y registro adecuada. En algunos se han creado comisiones y en ocasiones instancias judiciales especiales, se han redefinido categorías, se han diseñado formas de registro, o en general se han implementado acciones que indican un mayor interés sobre este grave problema. Son avances que hay que celebrar, y que es necesario consolidar en políticas permanentes, ya que muchas veces son conquistas frágiles3. Solo prosiguiendo en este sentido se podrá demostrar que en nuestros países sí importa este problema y no es la falta de voluntad política lo que impide que se enfrente en forma eficiente.

Con esta investigación esperamos, en el aspecto académico, dejar el camino abierto para seguir profundizando en torno a los femicidios, los homicidios de mujeres y su escalada en Centroamérica y República Dominicana. Los hallazgos que aquí se presentan son, además, valiosos insumos para definir políticas, así como para diseñar acciones concretas dirigidas tanto a prevenir como a investigar, perseguir y sancionar el femicidio en la región.

1 Salvo que se indique lo contrario, se utiliza en este estudio el término homicidio en un sentido general, como toda muerte violenta e intencional que una o unas personas provocan a otra. Cuando se requiera se utilizarán los tér- minos jurídicos correspondientes a los tipos incluidos en los Códigos Penales de cada país.

2 Usualmente distintas fuentes oficiales tienen diferentes datos sobre los homicidios cometidos en un país en un mismo año. Aunque pudiera esperarse y desearse lo contrario, las cifras oficiales sobre estos delitos no están siempre claramente establecidas. De hecho en esta investigación las investigadoras de la mayoría de los países encontraron un número mayor de homicidios de mujeres que los establecidos en algunas fuentes oficiales.

3 Lo que se ha podido comprobar con el golpe de Estado en Honduras el 28 de junio de 2009; la Fiscalía de la Mujer fue disuelta y los homicidios de mujeres dejaron de ser tratados como especiales y volvieron a investigarse como delitos comunes.

DESCARGUE EL LIBRO AQUI | DOWNLOAD THE BOOK HERE (Spanish only)

Contenido:

Click on image to enlarge.

DESCARGUE EL LIBRO AQUI | DOWNLOAD THE BOOK HERE (Spanish only)

Experimentation

By Lucia Muñoz

M.I.A. | Executive Director and Founder

To call these experiments “a dark chapter in U.S. history” is to pretend that it is over. Today, as the U.S. government mulls indefinitely over granting TPS to Guatemalan citizens while their homeland is besieged by natural disasters, as it continues exploitative economic policies that mine the labor of Guatemalan workers, it reminds us that even today the Guatemalan body and voice are expendable.

Last Thursday, U.S. Secretary of State Hilary Clinton revealed that 700 Guatemalan citizens, soldiers, prisoners, sex workers, and mentally disabled patients were infected with syphilis and gonnorhea by the United States government between 1946 and 1948.

While MIA understands that neither the current administration, nor the American people are directly responsible for what President Colom has called ‘crimes against humanity’, we feel strongly that this “experimentation” is symptomatic of the arrogance and disregard for the autonomy of others that has characterized not only terrible scientific judgments, but also the U.S.’s diplomatic relations with the nations of Latin America and the Global South.

The metaphor of the octopus, headed by the United Fruit Company with tentacles of power and influence entangling nearly every aspect of the governance and economy of Guatemala, has long been a popular image to describe the nefarious reaches of the United States in this nation. This latest, shocking revelation reminds us that these tentacles were not abstract or white collar machinations, the tentacles invaded the most intimate regions of body and soul. They scratched the cheeks and arms of Guatemalans, broke their skin and forced disease into their veins. These were acts that knowingly abused power and privilege, that victimized the marginalized, that invaded bodies and destroyed lives less precious than those of Americans.

The asymmetry of power and knowledge between the scientists, guardians of wisdom, and representatives of authority, and the “test subjects” selected because their agencies were compromised in the face of such authority by their citizenship and their positions in society, is not confined to experiments, nor to the past.

To call these experiments “a dark chapter in U.S. history” is to pretend that it is over. Today, as the U.S. government mulls indefinitely over granting TPS to Guatemalan citizens while their homeland is besieged by natural disasters, as it continues exploitative economic policies that mine the labor of Guatemalan workers, it reminds us that even today the Guatemalan body and voice are expendable.

The Guatemalan Peace and Development Network has called on the United States to immediately comply with three proposals, to establish a fund of compensations (reparations) to the families of those who were affected by these trials; to immediately grant TPS for Guatemalans in the United States as a show of good will; and to put in place an economic plan comparable to the Marshall Plan, which would allow the countries ravaged by decades of civil wars instigated and funded by successive U.S. administrations to finally and definitively recover from years of economic turmoil.

MIA does not seek to hold individual Americans responsible for decades of exploitation. But it is time the United States take responsibility not only for the individuals harmed by these trials, but by the families, communities, and indeed, nations who live under the shadow of arrogant, self-interested U.S. decisions. It is time for the United States to accept that Guatemalans, regardless of their station in life, are endowed with the same rights and merit the same dignity as any U.S. citizen.

We call on the U.S. government to back up its words of contrition with concrete actions, and to stand with Guatemalans, to show us that a Guatemalan body and a Guatemalan voice are just as precious as any other, to help us turn the dying tentacles which sucked us dry into roots that nurture our growth.