Aumentan embarazos en adolescentes

Por Conié reynoso

Sonia Leja tiene 16 años y ocho meses de embarazo. Mientras espera a ser atendida en un hospital relata su vida, muy diferente a las chicas de su edad. Ella no estudia ni tiene amigas, pero ya es ama de casa. “Me enamoré y me entregué, pero no pensé en las consecuencias. Ser mamá es maravilloso, pero debe ser en el momento apropiado; de lo contrario, causa muchos problemas”, afirma.

La historia de esa joven originaria de Fraijanes, Guatemala, es similar a la de muchas adolescentes que tienen que cambiar sus vidas luego de convertirse en madres, pero lo más preocupante es que la cifra de embarazos en jóvenes menores de 19 años va en aumento.

Cifras del Observatorio en Salud Reproductiva —instancia que monitorea los servicios de Salud Pública— de este año indican que los partos en adolescentes aumentaron 2.5 por ciento respecto del 2008, contrario a lo que sucede en los partos de mujeres mayores de 20 a 35 años, que registran un leve descenso.

En el 2007 se registraron 39 mil 875 partos en mujeres de entre 10 y 19 años; esa cifra, en el 2008, fue de 38 mil 676; este año se han contabilizado, de enero a julio, 22 mil 704, según el Observatorio.

Lo que más preocupa a esa instancia es que los embarazos en adolescentes suceden con mayor frecuencia en mujeres pobres y de baja escolaridad, lo cual significa que se les complicará aún más salir de esa condición social.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la adolescencia como la etapa de la vida comprendida entre los 10 y 19 años, y sugiere que los hijos se tengan entre los 20 y 35 años, ya que este intervalo de edad supone menos riesgo para la salud de la madre y del bebé.

José Roberto Luna, del grupo Incide Joven, expresó que las consecuencias de tener una cifra alta de madres adolescentes significa más pobreza, y menos desarrollo socioeconómico.

“Hay varios estudios que concluyen en que las adolescentes embarazadas están condenadas a vivir en pobreza, porque para ellas es imposible seguir estudiando, ya que deben trabajar, y mal pagadas. Además, ese hijo implica gastos que rebasan su capacidad económica”, explicó.

ALTA FECUNDIDAD

Un estudio del Instituto Guttmacher —que investiga las políticas de educación sexual— del 2008 destaca que Guatemala tiene una de las tasas más altas de fecundidad en adolescentes de 15 a 19 años, en América Latina, ya que por cada mil mujeres hay 114 nacimientos cada año. En la región, el promedio es de 80 por cada mil.

Hace unos días, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe manifestó su preocupación porque la región tiene una tasa de embarazos en adolescentes entre las más altas en el mundo, solo por debajo de la de África subsahariana. De la población en edad reproductiva, ese grupo creció de 8.5 a 14 por ciento, en los últimos años.

VISIÓN DIFERENTE

Jovenes  asisten al programa Atencion Integral del adolescente de la consulta externa de pediatria del Hospital General San Juan de Dios. Foto Prensa Libre Carlos Sebastian.
Jovenes asisten al programa Atencion Integral del adolescente de la consulta externa de pediatria del Hospital General San Juan de Dios. Foto Prensa Libre Carlos Sebastian.

Jacqueline Lavidalie, coordinadora del programa de Salud Reproductiva del Ministerio de Salud, dijo que esas cifras corresponden al aumento de la población, pero admitió que aún falta trabajo. “Este plan apenas tiene ocho años, y el gran desafío es evitar los embarazos no deseados”, aseguró.

Lavidalie añadió que en los últimos meses han fortalecido la educación sexual en adolescentes, ya que crearon 136 Espacios Amigables para jóvenes, en diferentes regiones, y se han establecido redes con organizaciones civiles para implementar planes de prevención.

Un ejemplo de ayuda integral es el Centro de Atención al Adolescente, del Hospital San Juan de Dios, el cual se ha convertido en referente en el país; en ese lugar, jóvenes de ambos sexos reciben tratamiento médico, nutricional y psicológico, entre otras especialidades.

OTRAS CONSECUENCIAS

Los embarazos en adolescentes traen consecuencias negativas, entre ellas, la muerte de las madres o abortos ilegales. En Guatemala, el 16.55 por ciento de casos de mortalidad materna ocurren en menores de 19 años, según el Ministerio de Salud.

Un monitoreo del grupo Incide Joven refiere que Alta Verapaz, Escuintla, Petén, Huehuetenango, Totonicapán, Sololá, Quiché, San Marcos, y Chimaltenango son los departamentos con mayor incidencia de embarazos en adolescentes y, por ende, más casos de mortalidad materna.

Dalila Velásquez, ginecóloga de la Clínica de Atención al Adolescente del Hospital San Juan de Dios, explicó que la mayoría de jóvenes que atiende resultan embarazadas sin haberlo planeado, y que el promedio de inicio de relaciones sexuales es a los 13 años. Todas afirmaron que no recibieron información al respecto en sus establecimientos educativos.

El Instituto Guttmacher destaca que el 29 por ciento de embarazos en adolescentes no fueron planeados.

Grupos sociales señalaron que es preocupante que en las cifras se incluyen embarazos en niñas de 10 años.

Velásquez aseguró que un alto porcentaje de esas niñas fueron violadas por sus padres o algún familiar, lo cual se comete en mayor proporción en hogares desintegrados y/o de bajos recursos.

INDÍGENAS SON LAS MÁS AFECTADAS

Reportes oficiales indican que los embarazos en menores de 19 años se registran con mayor incidencia en indígenas, ya que el 64 por ciento de ellas se casa siendo adolescente.

Paulina Aguilar Bal, de la Red de Mujeres Indígenas por la Salud Reproductiva, expresó que las tasas de mortalidad materna e infantil son mayores en ese grupo, por la mala alimentación y la falta de acceso a servicios médicos.

Es por ello que las organizaciones y el Gobierno deben implementar sistemas de información en el área urbana y rural, para evitar embarazos de alto riesgo y no deseados.

Trabajamos con las comadronas, porque ellas son líderes en la comunidad; una buena comadrona es la consejera, la orientadora”, afirmó Aguilar.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas y el Consejo de Población desarrollan un plan en la provincia que consiste en capacitar a adolescentes, quienes replican el modelo en sus comunidades.

“Ellas estudian y diseñan planes para mejorar sus condiciones de vida, pues en la mayoría, el único ejemplo que tienen es el de su madre, un círculo en el que se casan jóvenes”, aseveró Marta Julia Ruiz, del Consejo de Población.

Los grupos que trabajan en salud señalan que no se puede esconder que la mayoría de jóvenes tienen relaciones sexuales a los 13 años, es por eso que el Gobierno debe dirigir sus políticas a atención sanitaria y educación para adolescentes.

La Ley de Planificación Familiar ordena a los ministerios de Salud y Educación dar atención integral al adolescente e incluir en el currículo de formación contenidos sobre derechos y responsabilidades sobre la sexualidad.

En la provincia, algunos grupos trabajan en coordinación con el Ministerio de Salud, en prevención y educación, pero los esfuerzos se quedan cortos.

Las organizaciones coinciden en que el atasco se encuentra en el Ministerio de Educación. Aunque la referida ley fue aprobada en el 2006, el reglamento sigue sin ser publicado, por lo que aún no se enseña en las aulas.

Agregaron que las autoridades educativas han informado sobre salud sexual, pero la estrategia ha fracasado, porque utilizan métodos conservadores y los textos de esa institución tienen enfoque religioso, con falta de conocimiento técnico y científico.

Rebeca Guizar, de la Instancia Coordinadora por la Salud y el Desarrollo de las Mujeres, refirió que los planes de los ministerios de Salud y de Educación para los adolescentes no son congruentes con lo establecido en la ley. “Los meses anteriores hubo falta de voluntad política, ojalá los funcionarios cambien”, expresó.

Se preguntó a autoridades del Ministerio de Educación acerca de sus programas, pero no respondieron.

Gladys y su hija Emily salen del Hospital General San Juan de Dios.
Gladys y su hija Emily salen del Hospital General San Juan de Dios.

TESTIMONIO: “Era una niña cuidando a otra niña”

Con su hija en brazos, Gladys Soto llega al centro de Atención al Adolescente del Hospital General San Juan de Dios. Esta joven tiene 19 años y dos hijas, Emily, 2, y Damaris, 6.

La joven madre expresó que recién había terminado sexto primaria cuando resultó embarazada, por lo que se vio obligada a abandonar los estudios y se fue a vivir con su pareja.

Soto se arrepiente de haber sido madre a esa edad, porque ha tenido que madurar en medio de las dificultades consecuentes.

Ahora, su angustia es que su hija menor tiene problemas del habla, y dos veces por semana la lleva a terapia al hospital.

“Me cuesta. Me levanto a las cuatro de la mañana, para estar aquí temprano”, comenta.

Esta joven reconoce que nunca recibió información sobre sexualidad, ni de su madre ni en la escuela. Se hizo novia de quien ahora es su marido a los 11 años, y un año después comenzó a tener relaciones sexuales.

“Quisiera estudiar, pero no puedo, porque tengo que cuidar a mis niñas. Si volviera a nacer, cambiaría muchas cosas; no tendría hijos tan joven. Mi hija grande sufrió, porque no la cuidé, porque lo que yo quería era salir. Yo era una niña cuidando a otra niña (…); la responsabilidad es muy grande, pero uno se da cuenta hasta después”, lamentó.

DESAFÍOS: Meta pendiente

Aunque hay obligación, la enseñanza no llega.

• Guatemala, junto a otros países, se comprometió el año pasado a trabajar en acciones para reducir en el 75 por ciento la brecha en escuelas que no reciben educación sexual.

• Publicación del reglamento de la Ley de Planificación Familiar, para que se incluya la salud sexual en el currículo de estudios.

• Atención especial a adolescentes en hospitales, con educación en salud sexual y reproductiva, y respeto a los derechos humanos.

http://www.prensalibre.com/pl/2009/octubre/18/346961.html