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Hombres Contra Feminicidio en MONTREAL, CANADA
Con la coordinación de Pablo Molina, subsecretario de Asuntos de la Mujer para la RPDG, se llevó a cabo en la ciudad canadiense de Montreal el primer taller de la campaña Hombres Contra Feminicidio, que M.I.A. y la RPDG patrocinan en Guatemala.
El taller impartido fue “La Vida Dentro de una Caja” y fué cofacilidado por Pablo Molina y Daniel Velásquez. Ver las fotos que a continuación presentan el desarrollo del taller.

Los participantes fueron divididos en grupos de trabajo para así discutir los temas que se trataron en el taller.

Entre las sugerencias de temas futuros a tratar, estuvo el de conocer más de cerca la situación de Guatemala y el feminicidio.
El local para el taller fué prestado gracias al apoyo del Comité de Justicia Social y el YMCA Centre-Ville.
Por la noche se llevó a cabo un evento para conmemorar la vida de Mons. Gerardi. Puede leer sobre este evento AQUÍ.
No solo los golpes provocan heridas permanentes
Juan Carlos López | Diario de Centro América
La violencia puede ser física, sexual, psicológica y económica.
¡No te vistas así! ¡No salgas! ¡No trabajes! ¡Estás gorda! Estas pueden ser palabras que inician un círculo que, aunque no incluye golpes, es considerado como violencia de la que mujeres y niños son víctimas frecuentes.
Según Mayté Fernández, psicóloga de la Fundación Sobrevivientes, la violencia de los hombres hacia las mujeres tiene sus orígenes en las relaciones de desigualdad de poder, es decir, los hombres han sido educados para ser los proveedores y las mujeres para el trabajo en el hogar, situación que ha alejado de aquellos de su lado sensible.
“La violencia tiene que ver con el dominio de una persona que quiere que se hagan las cosas a su manera. Lo que han hecho todos los convenios es poner en evidencia que es una situación cultural y de mala educación”, explica la experta, quien agrega que es algo que se debe cambiar.
En Guatemala, según Fernández, los crímenes contra mujeres evidencian odio hacia la persona por el simple hecho de ser mujer, a lo cual se le llama misoginia. En la actualidad el país ostenta el segundo lugar en el ámbito latinoamericano en feminicidios, que en 2008 y 2009 sumaron 877 casos, de los cuales el 97% quedó en la impunidad.
Del total de muertes de mujeres el 32% se dio en el hogar, 43% fuera de este y el 25% en otras circunstancias.
Mecanismo de denuncia
Cuando hay situaciones de violencia hay que poner la denuncia en el Ministerio Público lo antes posible para que haya pruebas físicas de las agresiones. También ayudan los testimonios de vecinos. Las secuelas devastan psicológicamente. Es por ello que se tiene que procurar tratamiento profesional. La denuncia es importante. Los desacuerdos son necesarios, pero lo que hace la diferencia es cómo se van a resolver. Se debe tener respeto hacia la pareja.
Las penas
La ley contra el feminicidio y otras formas de violencia contra la mujer contempla condenas relacionadas a la magnitud del tipo de daño de que es víctima una fémina.
• Feminicidio, 25 a 50 años de prisión sin derecho a redención de pena.
• Violencia física o sexual, de 5 a 12 años de prisión.
• Violencia psicológica, de 5 a 8 años de prisión.
• Violencia económica, de 5 a 8 años de prisión.
Male Studies vs. Men’s Studies
First came women’s studies, then came men’s studies, and now, a new field in reaction to both: male studies.
Scholars of boys and men converged Wednesday at Wagner College, in Staten Island, N.Y., to announce the creation of the Foundation for Male Studies, which will support a conference and a journal targeted at exploring the triumphs and struggles of the XY-chromosomed of the human race — without needing to contextualize their ideas as being one half of a male-female binary or an offshoot of feminist theory. Organizers positioned themselves in contrast to men’s studies, which is seen as based on the same theories as women’s studies and is grouped together with it as gender studies.
More than anything else, the event was a chance for supporters to frame men and boys as an underrepresented minority, and to justify the need for a male studies discipline in a society that many perceive to be male-dominated.
Lionel Tiger, a professor of anthropology at Rutgers University, said the field takes its cues “from the notion that male and female organisms really are different” and the “enormous relation between … a person’s biology and their behavior” that’s not being addressed in most contemporary scholarship on men and boys.
“I am concerned that it’s widespread in the United States that masculinity is politically incorrect,” said Christina Hoff Sommers, a resident scholar at the American Enterprise Institute and author of The War Against Boys: How Misguided Feminism Is Harming Our Young Men.
The culprit, said Tiger, is feminism: “a well-meaning, highly successful, very colorful denigration of maleness as a force, as a phenomenon.”
Paul Nathanson, a researcher in religious studies at McGill University and co-author of a series of books on misandry — the hatred of men and boys — conceded that “there is some critique of feminism that’s going to be involved” in male studies. “There are some fundamental features of ideological feminism over the last 30 or 40 years that we need to question.”
He also decried “the institutionalization of misandry” which, he said, is “being generated by feminists, [though] not all feminists.”
Male studies’ combative tone toward feminism and women’s studies programs is one reason why Robert Heasley, president of the American Men’s Studies Association, turned down an invitation to speak at the event. “Men’s studies came out of feminist analysis of gender, which includes biological differences” — the very thing male studies says is different about its approach.
Heasley, an associate professor of sociology at Indiana University of Pennsylvania, also sees the “new” discipline as an affront to his field, which has been around for three decades. “Their argument is that they’re inventing something that I think already exists.”
Male studies will hold its first conference at the New York Academy of Medicine on Oct. 1 and 2, but AMSA already has an annual convention, which met in Atlanta late last month. The foundation will launch Male Studies: An Interdisciplinary Journal next year, but thousands of journal articles on men’s studies have already been published.
Rocco Capraro, an associate dean and assistant professor of history at Hobart and William Smith Colleges, said that “men are both powerful and powerless.” Though men and boys as a group may be powerful, “today’s discourse on individual men is not a discourse of power — men do not feel powerful in today’s society.”
Instead, they feel ashamed of their masculinity. While women may perceive pornography as degrading to their gender, men consider it to be a manifestation of “sexual scarcity, rejection and shame,” he said. “Porn falls into a larger structure of masculinity as a shame-based existence.”
Primary and secondary schools, as well as higher education, have been so heavily influenced by feminism, Tiger said, “that the academic lives of males are systematically discriminated against.” If the female-favoring gender gaps in postsecondary enrollment and graduation rates damaged a group other than males, “there would be an outcry.” But because men and boys are perceived to be a powerful group, few academics and policy makers see much of a problem.
Heasley, of the men’s studies group, said that much of what male studies’ supporters are propagating is untrue, or at least not the whole story. “These are really unfounded claims that are being made,” he said. “It’s kind of a Glenn Beck approach.”
Edward Stevens, chair of the On Step Institute for Mental Health Research, said he wants to see male studies search for ways to improve male academic performance. “What are the ethical concerns of devoting 90 percent of resources to one gender?” he asked (though without explaining exactly what he meant). “What are the unintended consequences of the failure of our academic institutions to consider the 21st century needs of males?”
— Jennifer Epstein
Inside Higher Ed
DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
Opinión, Diario La Hora, Guatemala / Viernes, 05 de Marzo de 2010 / Ing. Raúl Molina Mejía / rmolina20@hotmail.com
http://www.lahora.com.gt/notas.php?key=63537&fch=2010-03-05
Cedo la palabra a mi hijo, Pablo Molina Toledo, para hablar de las luchas de la mujer: “La igualdad de género y el desarrollo de Guatemala. La sociedad guatemalteca está enferma. Hay grandes problemas cuya solución requiere enormes esfuerzos. La destrucción de nuestros recursos humanos, naturales y culturales ha llegado a proporciones extremas, provocando los problemas que hoy vivimos, por ejemplo, miseria, pandillas, corrupción, violencia y degradación de nuestra calidad de vida. Para combatir el racismo, la discriminación y la desigualdad económica, necesitamos imaginación, voluntad, determinación y cambio de mentalidad. Necesitamos también la verdadera igualdad entre los hombres y las mujeres.”
“Es motivo de vergüenza que Guatemala ocupe el puesto111 entre 134 países en el Índice de Disparidad entre Géneros del Foro Económico Mundial. Compartimos con países como Nigeria (108), con 25% de las mujeres víctimas de mutilación genital femenina; y la India (114), donde hay lugares en que un hombre puede desfigurar a una mujer si siente que fue agredido su honor. Con las estadísticas de nuestro país, nuestro puesto no es sorpresa. En Guatemala, demasiadas mujeres son asesinadas, 708 en 2009, mostrando muchas señales de violación y tortura; otras son encontradas desmembradas o cortadas en pedazos. El año pasado, Mindy Rodas, en Santa Rosa, sobrevivió varias puñaladas; pero despertó sin rostro.”
“La falta de seguridad para las mujeres ha dado origen al femicidio, y la total impunidad de ese crimen incrementa su ocurrencia, por lo que el Estado tiene gran responsabilidad. El problema sólo lo podemos enfrentar con un cambio de mentalidad. Esta violencia contra nuestras compatriotas -madres, hermanas e hijas- es aplicada por nosotros los hombres. La actitud de los hombres impacta a la mujer: somos quienes hacemos chistes o comentarios sexistas, quienes golpeamos a nuestras parejas, quienes violamos niñas y mujeres, a veces en la propia familia. Esta omnipresente cultura patriarcal y machista es la que nos ha conducido a los actuales niveles de violencia contra la mujer.”
“No todos los hombres cometemos estos actos; pero tenemos todos la responsabilidad de actuar para que cesen. Es injusto que la mujer tema por su seguridad física fuera de casa, o en el mismo hogar, y que el Estado no pueda protegerla. Los hombres, quienes hemos tenido más privilegios y más posibilidades de cambiar las cosas, debemos terminar con este círculo de violencia, ponernos al lado de las mujeres y luchar junto a ellas para lograr la igualdad de género. Hay que pugnar dentro de nuestras familias, círculos de amigos y otros ambientes para reconocer la dignidad de la mujer. Esto pasa por la educación de los hombres, para ser aliados en la lucha por la seguridad física y, más aún, generar una nueva mentalidad. Cambiar de mentalidad es difícil para quienes somos adultos; pero la niñez no está obligada a crecer igual. Valoramos el trabajo que hace Mujeres Iniciando en las Américas (MIA), sensibilizando y educando a miembros de la Policía Nacional Civil y a estudiantes de la Usac, así como su presencia en las escuelas primarias, donde enseña que otra sociedad es posible.”
Agradezco a Pablo sus aportes e insto a escucharlo y a apoyar las luchas de las mujeres.
Pablo Esteban Molina reside en Montreal, Canadá y actualmente esta cursando estudios en la Universidad Concordia. Desde el año 2008 desempeña el trabajo de subsecretario de Asuntos de la Mujer para la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala.
Women’s Day 2010 in NYC
On March 6th, 2010, the GPDN and MIA celebrated the Women International Day at an event in New York City called: Guatemalan Women for the Immigration Reform in the U.S.
The program was divided in two parts. The first one was the launch of the Hombres Contra Feminicidio Campaign in the U.S. with the presentation of the first workshop, la Vida Dentro de una Caja. The second part was a testimony presentation by Maria Luisa Rosal and women in the audience regarding their immigrant experience and why the reform matters to them.
THE WORKSHOP
The workshop was applied as it is in the MIA’s HCF manual. The group had 10 participants from different parts of NY and NJ. See the following images that illustrate the workshop development.
FEEDBACK:
What did you learn today?
_ give equal treatment to men and women
_ the importance of educating our own communities
_ how to improve family relationships and give equal treatment
_ roles have changed
_ the obstacles that roles create for people
_ women can be independent and find success on their own
Will this lesson help you improve the way you see and to things in life? How?
_ yes, communication helps the family thrive, bring up the good and bad things and understand how make things better
_ yes; I have seen more Latino men and women with more liberal views.
_ yes; make people aware of women rights
_ yes; create awareness among women of how equal we all must be
The posters were kindly donated to the HCF Campaign by Mary Wong at Women Ink — U.N. Church Center in New York City.
Women’s Day Celebration 2010
El sexo débil se arma, y no solo de valor
Su mejor ataque dejó de ser la seducción. Los delincuentes no esperan que las mujeres anden armadas.
Maby López | Nacional, Diario de Centro América
Amas de casa, profesionales, estudiantes, vendedoras… No importa la profesión. Lo cierto es que, por la inseguridad que se vive en el país, cada día las mujeres están optando por armarse y defenderse a sí mismas como a su familia.
En la actualidad, la Dirección General de Control de Armas y Municiones (Digecam) da cuenta de 9,200 armas registradas y 7,500 licencias de portación emitidas al sexo débil, lo que representa el 4% de todos los registros.
El subdirector de la Digecam, Guillermo Mejía, señala que, aunque no es muy común que, una mujer se acerque a la institución, cada día existe más interés por parte de las féminas de portar un arma.
De acuerdo con el funcionario, lo que las motiva a armarse es la necesidad de sentirse seguras y protegidas, pues muchas de ellas son propietarias de negocios fincas, o en determinado momento fueron víctimas de la
delincuencia. Mejía explicó que el tipo de armas preferidas por la población femenina son las pistolas y los revólveres, aunque las primeras tienen más preferencia, así como que los calibres más usuales son 9 y 22 milímetros.
Según él, generalmente las más cotizadas son las de 9 milímetros y compactas, pues se hace más práctico llevarlas en las bolsas, chequeras y el auto.
“No creo que sea capaz de sacar un arma y disparar, pero sí les da una sensación de seguridad”, expresa Mejía.
La información señala que muchas de ellas no han sido capacitadas profesionalmente. Algunas han disparado porque les han enseñado el esposo o los hijos para utilizarlas en determinando momento cuando estén solas.
Rudy Flores, dependiente de mostrador de una armería ubicada en la zona 9, coincide en que las que más venden a féminas son las 9 milímetros, las cuales pueden costar desde Q4,500 hasta Q12,000, dependiendo de la marca y el estilo.
Un arma de dos filos
Ana María de Klein, de Madres Angustiadas (MA), considera que para portar “se debe saber como usarla, tener la sangre fría y la habilidad para defenderse, pues ello significa que en determinado momento va a tener que disparar contra otra persona”.
La activista coincide con Rosario Escobedo, del Sector de Mujeres, en que su portación no es una solución para enfrentar la delincuencia. Por el contrario, se debe exigir a las autoridades competentes brindar la seguridad y protección de todos los ciudadanos.
“La violencia no se resuelve con que nos armemos. Eso también es violencia. No creo que un arma dé seguridad. Como mujer me da protección andar en un país donde se respeten mis derechos individuales y colectivos”, señaló Escobedo.
A la deriva ¿Qué pasa con los hijos de las mujeres asesinadas?
Paola Hurtado | El Periódico
La asesinaron en un bar de la zona 6. No era prostituta. Tampoco pandillera ni narcotraficante. Era la agente de seguridad del lupanar desde hacía un mes, se llamaba Gladys y no le dio tiempo de detonar su arma. Dejó seis hijos hambrientos y sucios, un esposo deprimido y una casa a orillas del barranco que se cae en pedazos.
Viven cerca de las pestilencias del basurero de la zona 3, en un terreno escabroso con vista a los osarios del Cementerio General. Su casa es una guarida de gatos peleoneros: los niños riñen todo el día mientras el padre trabaja como albañil en el camposanto. El hombre de 59 años está demasiado ensimismado para que le importe que los niños llegan a la escuela con los piojos colgando, arrastrando los zapatos rotos y la ropa raída. O que cuatro de ellos no existen legalmente porque nunca fueron inscritos en el Registro Nacional de Personas. O que la niña mayor, la que asumió el rol materno a sus 15 años, se sienta en el pupitre con las manos apretándose el vientre y cubriéndose los genitales, y se mantenga sola y enojada con el mundo.
“Es urgente la atención psicológica. Posible abuso sexual”, se lee en el informe sobre la niña. Es el reporte que las dos trabajadoras sociales rindieron después de visitar a la familia para determinar la situación en que vive después de la muerte de la madre. El estado de la niña no era el único preocupante. La hermana de 7 años y el niño de 8 padecían de infección urinaria y anemia. La de 12 años sufría de amenorrea y la de 13, de infección de oído y tos recurrente.
La familia de Gladys es uno de los 29 expedientes de mujeres que murieron de forma violenta y a cuyos hijos investigó un grupo de 10 alumnas de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de San Carlos (Usac).
Las universitarias recibieron el encargo de la oficina de la Comisionada Presidencial Contra el Femicidio de presentar un diagnóstico psicosocial y económico de las víctimas colaterales de los casos de femicidio en el departamento de Guatemala. Trabajaron con base en un listado proporcionado por el Ministerio Público (MP) de mujeres que fueron asesinadas entre 2007 y 2009. La investigación se realizó entre octubre y noviembre de 2009 y los resultados fueron presentados la semana pasada.
Los casos provinieron de las 4 agencias de la Fiscalía de Delitos Contra la Vida encargadas de investigar los delitos que atentan contra las mujeres. Entre 2007 y 2009 la Policía Nacional Civil (PNC) registró más de 2 mil homicidios de mujeres.
Sin embargo, el listado que el MP proporcionó a los investigadores a través de la oficina de la Comisionada se limitó a 29 expedientes por ser las únicas víctimas del departamento de Guatemala, que la Fiscalía tenía certeza de que eran madres y contaba con una dirección para localizar a sus familiares. Todos los procesos estaban en fase de investigación.
A partir de esa lista, Elsa Arenales, coordinadora del departamento de extensión de la Escuela de Trabajo Social, repartió el trabajo entre una decena de estudiantes.
El listado se redujo a 23 casos después de descontar 6 que no correspondían al departamento de Guatemala. Luego el MP les remitió 16 más pero eran los mismos de la lista inicial con excepción de dos. Después de dos meses de búsqueda sólo fue posible localizar a los hijos de 9 mujeres asesinadas, 25 niños en total.
Lo que encontraron las investigadoras sobrepasó sus prudentes expectativas. Ninguno de estos 25 menores, determinaron, vive en condiciones aceptables. Todos requieren de atención psicológica. Muchos viven en situaciones desastrosas: niños enfermos física y emocionalmente, separados de sus hermanos y familiares cercanos, malnutridos, sucios, tristes. Pequeños que fueron arrancados de sus viviendas (algunas aún permanecen acordonadas con la cinta amarilla del Ministerio Público) y, en algunos casos, fueron testigos del asesinato de su madre.
La muerte de estas madres no sólo resquebrajó el núcleo familiar. Provocó, en el mejor de los casos, que sus familiares asumieran la responsabilidad de sus hijos y pasaran de la pobreza a la pobreza extrema. Los pequeños con menos suerte quedaron en manos de parientes lejanos, conocidos o vecinos sin que mediara ningún trámite legal o registro de en manos de quién están. Hay hijos de mujeres asesinadas que se convirtieron en pandilleros. Y eso que sólo se trata de nueve casos. La pregunta que Elsa y sus investigadoras se hicieron fue: ¿y cómo estará el resto?
Las otras víctimas
Alba Trejo, comisionada presidencial contra el Femicidio, se preguntó qué pasaba con los hijos de tantas mujeres que matan en el país. Más de 4 mil mujeres han muerto de forma violenta a partir de 2001, cuando se empezó a llevar el conteo. Según la Policía Nacional Civil, 722 mujeres murieron en 2008 y 716 en 2009. Eso equivale a casi 2 mujeres por día.
En el país se han hecho más de 70 estudios sobre las muertes de mujeres, expone Trejo. La mayoría de ellos fueron financiados por la cooperación internacional y profundizan sobre quiénes son las víctimas, quiénes son los victimarios.
Pero nunca se ha estudiado a fondo a las otras víctimas de estas muertes: los niños.
Trejo enviudó en junio de 2008. El padre de sus hijas, el entonces ministro de Gobernación, Vinicio Gómez, murió trágicamente al precipitarse el helicóptero en el que viajaba junto con su Viceministro de Petén a la capital, un accidente que aún no ha sido esclarecido. Percatarse de que su caso se replica a diario, para cientos de familias, motivó a la ahora funcionaria a promover un diagnóstico de qué está pasando con los hijos de las mujeres asesinadas: ¿qué pasa cuando se rompe de esta manera el tejido social? ¿y qué estrategias integrales se deben definir para atenderlos?
La Escuela de Trabajo Social aceptó colaborar con el proyecto. Los hallazgos del informe preliminar fueron presentados la semana pasada a los periodistas, instituciones relacionadas con la niñez y representantes de la cooperación internacional.
Una de las conclusiones de esta primera entrega del estudio, explica Trejo, es que aunque en el país existe un protocolo de atención a los niños en situación de riesgo este no se aplica para los hijos de las mujeres asesinadas. No hay una instancia que se encargue de detectarlos, registrarlos y darles seguimiento. Los pequeños quedan a la deriva y no se sabe con exactitud en manos de quién. Ninguna institución está prestándoles atención psicológica ni médica. No hay estudios que determinen si las personas que se quedan bajo su cuidado tienen la capacidad de hacerlo. Los niños rara vez forman parte de los expedientes de sus madres asesinadas –prueba de eso es el reducido listado que remitió el MP– y cuando sí figuran nadie asume la responsabilidad de seguirles el rastro. No atender a estos pequeños los sitúa en el alto riesgo de perpetuar la violencia de la que fueron víctimas.
“La mató mi papá”
Los primeros hallazgos de las trabajadoras sociales fueron que en las direcciones ya no vivía nadie que pudiera dar razón por la familia de la mujer asesinada. O al menos así se los informaron los nuevos inquilinos de las casas y vecinos. El miedo de hablar fue una situación recurrente. En otros casos –los menos– sí encontraron en los alrededores información sobre el paradero de las familias y preguntando y preguntando consiguieron dar con nueve casos.
Las investigadoras trabajaron en parejas y los casos pertenecían a barrios populares o marginales. Para los adultos utilizaron cuestionarios de preguntas abiertas; y a los niños los sometieron a dos pruebas que revelaran su estado emocional: les pidieron dibujar un árbol y a su familia. El primero refleja cómo se siente el niño; el segundo, cómo se siente dentro de su familia.
“A mi mamá la mataron”, contó con normalidad una diminuta niña que dibujaba a su madre. Un niño que vive en la zona 5 y que se había negado a pintar aceptó a conversar varias horas con Liliana Ortega, la trabajadora social. De pronto soltó: “Es que mi papá mató a mi mamá”.
Ninguno de los niños encontrados había recibido atención psicológica. Ni siquiera el pequeño de 8 años a cuya madre y abuela masacraron los pandilleros en la zona 18.
“Todos los casos nos impactaron, pero algunos rebasaron lo que creíamos posible de encontrar”, cuenta Arenales, la coordinadora del proyecto. De dos niñas tienen sospechas de que están sufriendo abusos sexuales. Hay un menor que está en manos de sus abuelos que podría padecer de retraso mental y no está recibiendo la atención necesaria. Y hay dos chicos que ya recibieron impactos de bala y quedaron gravemente dañados, presuntamente por su participación en pandillas.
Atención integral
Una de las quejas más frecuentes que detectaron las investigadoras con las familias de las mujeres asesinadas fue que el caso no había sido resuelto. “Aquí nadie había venido a preguntarnos nada. Usted es la primera”, le relató una familia a Ligia Zavala.
El cuadro más frecuente que encuentra el MP cuando se investiga el crimen es que los huérfanos quedan en manos de abuelas o tías. Y en muy pocos casos con los padres o hermanos mayores, cuenta un agente fiscal.
Aunque la mayoría de familia tiene las mejores intenciones de hacerse cargo de los huérfanos no todas están en la capacidad de hacerlo, advierte Arenales. La trabajadora social plantea la necesidad de que el Estado asuma la responsabilidad de llevar un control de qué sucede con ellos. “No estamos planteando que se institucionalicen, no, pero sí que se sepa en manos de quién quedan y si esa persona tiene los recursos económicos y afectivos para hacerse cargo de los niños”, plantea.
A raíz del estudio se propuso la creación de una clínica que brinde atención integral y gratuita a las víctimas colaterales de las muertes violentas de mujeres (incluyendo a los adultos afectados por la muerte de la mujer). Esta debería contar con médicos, psicólogos, trabajadores sociales y nutricionistas. Estuardo Gálvez, rector de la Usac, asegura que esta unidad podría empezar a funcionar en abril en el antiguo Paraninfo Universitario, zona 1, y estaría a cargo de estudiantes que cursan la práctica supervisada y profesores.
Actualmente, la Unidad de Psicología de la Escuela de Trabajo Social de la Usac le da terapia a tres de los niños que fueron objeto de estudio, pero no está en la capacidad de atender a todos.
Según un estudio presentado por el Ministerio de Gobernación en 2008, el 61 por ciento de los femicidios en la capital son producto de la violencia intrafamiliar y el 45 por ciento ocurre en la vivienda de las mujeres. El Programa de Prevención y Erradicación de la Violencia Intrafamiliar (Propevi) adscrito a la Secretaría cuenta con unidades para brindar atención psicológica, médica y legal a las víctimas de violencia doméstica. Sin embargo, las víctimas colaterales de los asesinatos de mujeres no son parte de la población que atienden Arenales reconoce que estos 25 niños y 9 casos que figuran en el diagnóstico sólo les permitieron asomarse a un problema del cual se desconoce su magnitud. “Esta investigación debe continuar y deben ponerse en marcha medidas concretas”, expone. A partir de este diagnóstico la Escuela se interesó en estudiar qué sucede con los hijos de los pilotos de buses asesinados.
Los dibujos fueron tomados de los expedientes de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de San Carlos (Usac).
Combating Human Trafficking in Los Angeles and Beyond
Today, January 11th, is National Human Trafficking Awareness Day. Earlier this month President Obama issued a proclamation declaring January National Slavery and Human Trafficking Prevention Month where he acknowledged that “forms of slavery still exist in the modern era, and we recommit ourselves to stopping the human traffickers who ply this horrific trade.” Soon after, the local organization Coalition to Abolish Slavery and Trafficking or CAST, based here in LA, launched their “From Slavery to Freedom” campaign. More than 20 events will be taking place now through February 12th to draw attention to the issue of slavery. Each year about 17,000 people are estimated to be trafficked into the US. Los Angeles is considered among the top three points of entry into the United States for trafficked people. As part of their campaign CAST is working with local organizations like CARECEN, the Central American Resource Center, KIWA, the Korea-town Immigrant Workers Alliance, and PAC, the Pilipino Workers Center, as well as local and national law enforcement agencies.
GUESTS: Lisette Arsuaga, Director of Development and Communications at CAST, and Ima Matul, a member of CAST’s Caucus of Survivors
Find out about CAST’s calendar of events at http://www.castla.org/campaign-calendar
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Proud Founder Member of the Guatemala Peace and Development Network